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La verdad es que siempre había cuidado bastante mi alimentación y, aunque nunca he sido carne de gimnasio, sí he tenido siempre perro y toda mi vida he hecho km y km a diario con ellos.

Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, la gente me decía: “olvídate, el cuerpo cambia”, a modo casi de maldición, como si me tuviera con conformar. Y es cierto, el cuerpo cambia, como cambia la vida. Pero yo, por aquel entonces, era una ignorante, de lo que era el suelo pélvico y la faja abdominal.  Con en el primer embarazo engordé 12 kilos, me dijeron que se arreglaría todo en la lactancia… Pero no fue cierto. Con el segundo embarazo no cogí peso, me las prometía muy felices… pero el abdomen fue a peor.

Mis hijos, mi chico, mi vida me hacían y me hacen inmensamente feliz, completa, pero no me sentía equilibrada, no me sentía yo, sentía cierta melancolía con respecto a mi cuerpo, a las ganas de vestirme, de sentirme ¿sexy? Respeto, entiendo y admiro cada cuerpo y creo que una fuerte personalidad, el carácter y tantas otras cosas, valen más que un culo prieto o un abdomen firme. Pero, no es cierto que tengamos que conformarnos con un cuerpo que no se prepara para el embarazo, el parto o el posparto.

Después de mi primer parto estuve 15 días sin poder sentarme. Fue una pesadilla, los dolores fueron horribles, entonces pensé: no nos preparan para esto. Cuando el dolor cesó, el haber perdido la forma de mi cuerpo era un mal menor. Mi segundo parto fue muy rápido, llegué con la niña casi fuera, a las dos horas de parir me sentía tan bien que me quería ir a casa.


No tengo intención de tener más hijos, así que después de ese parto, me miré al espejo y pensé: no sé cómo, pero me toca a mi.

Empecé a leer sobre la diástasis, sobre el suelo pélvico, sobre los hipopresivos… Un bombardeo de información que me hizo entender qué era lo que necesitaba. Llegó la siguiente pregunta: ¿Cómo lo puedo lograr? Teniendo en cuenta que no tengo soporte familiar que me ayude a criarlos y que tanto mi marinovio como yo somos autónomos, el tiempo y los recursos están limitados. En alguna lectura di con un Wood Roller como elemento de fisioterapia y en IG di con un directo de Raquel sobre cómo usarlo… De ahí llegó el reto: coste razonable y, lo mejor, desde casa, sin horarios, sin tiempo de desplazamientos. El reto me permitía conciliar con el trabajo y los enanos.

Empezó el reto. El tema de los hábitos saludables, la primera semana me causó unos picos de bastante ansiedad, tenía claro que no iba a rendirme, pero no fue nada fácil. No por el tipo de comida, pero sí por los tiempos, era muy de comer entre horas y de comer la comida de  mis hijos. Sin duda, la clave ha sido el team de MAMIfit dando respuesta a todo, que me ha supuesto un gran apoyo, desahogo, empatía, el no verme sola, sobre todo en las primeras semanas de ansiedad de hábitos saludables y de agujetas… Me ha servido de guía, para no perderme y para no rendirme. Los ejercicios, la satisfacción de la autoexigencia y lo pronto que empecé a sentirme de nuevo yo… Alucinante.

El amor por un hijo es inquebrantable, inmenso, único, todopoderoso, pero no es cierto que nuestros cuerpos tengan que pagar ningún precio. Podemos recuperarnos. Yo entonces no supe verlo, ahora, después de este reto sí. Para mí este reto va más allá de estas cinco semanas, lo he integrado con una forma de vida. Me he reconciliado con una parte de mi misma, vuelvo a ponerme mi ropa, he recuperado el peso de antes del primer embarazo, es increíble.

Creo que vuestra labor debería estar en las instituciones de salud pública, junto con obstetras, ginecólogos y matronas. Deberían preocuparse tanto de esto, como de la instauración de la lactancia o el libro de cuidados y vacunas del recién nacido.

Habéis hecho fácil lo que parecía imposible, solo tengo palabras de gratitud. Gracias por vuestro conocimiento, por vuestra amabilidad y por vuestro trabajo. Sois increíbles. Os llevaré siempre en el corazón.

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