Cada vez se oye habar más sobre la diástasis abdominal. En nuestro caso, casi el 100% de las consultas que recibimos vía email son sobre diástasis. Oímos a diario a mujeres que nos hablan de que su vientre se ha quedado “descolgado”, que parece que siguen embarazadas de 5 meses, que sale un bulto en el abdomen cada vez que se incorporan del sofá o la cama, el ombligo que se ha quedado hacia fuera, y si todo esto son signos que pueden confirmar la presencia de una diástasis.

¿Qué es la diástasis?

Es una lesión que ocurre cuando los músculos rectos del abdomen (los cuadraditos) se separan en exceso y se daña el tejido conectivo que los envuelve.

Existe un tipo de tejido conectivo que envuelve a todo nuestro sistema músculo esquelético, la fascia. Este tejido se puede lesionar, al igual que los demás, cuando se supera el límite de tensión que puede soportar, igual que ocurre con los músculos. Cuando hay presencia de una diástasis hablamos de una lesión de esta fascia que une a nuestros músculos, no de una lesión muscular.

Una diástasis debe ser cuantificada y diagnosticada vía ecografía y con test ortopédicos por fisioterapeutas especialistas en suelo pélvico.

Nuestra pared abdominal, de la que forman parte los rectos abdominales, oblicuos y transverso, es el núcleo central de nuestro movimiento. Nuestro core. Su función es mantenernos erguidos en contra de la gravedad, transmitir fuerza de brazos y piernas, mantenernos estabilizados en el espacio y gestionar las presiones que ocurren dentro del abdomen.

Todos los componentes de la faja abdominal deben funcionar de manera óptima (músculos, tendones, fascia, huesos, nervios, suministro de sangre, piel …) para que pueda realizar bien todas sus funciones.

Nuestro core transfiere la carga creada por el movimiento y proporcionar una base sólida para todos nuestros movimientos. Imagina que levantas los brazos, tu core debe estabilizarte porque si no, te caerías hacia atrás. Lo mismo al andar o simplemente estar de pie.

Tener una diástasis significa que ante cualquier movimiento o esfuerzo con el abdomen se produce una fuga de energía en la pared abdominal (ese bulto o abombamiento abdominal). Esto conlleva que la capacidad para soportar la presión, la carga de movimiento y la fuerza no será óptima.

Y, además, cuanto mayor es la brecha y más laxa la pared abdominal (no solo en la línea media), mayor es el potencial de disfunción. (Jennifer burrel)

¿Qué ocurre si tengo diástasis?

Esto va a depender mucho del tipo de diástasis que tengas. Existen diferentes tipos de diástasis. Unas muy grandes a lo ancho, pero poco profundas. Otras muy profundas, pero más cortitas a lo ancho. Unas por encima del ombligo, otras por debajo… En resumen, depende de por dónde y cuánto se haya lesionado el tejido conectivo, la diástasis puede generar un tipo de síntomas u otros.

Generalizando, hay algunos síntomas que son muy comunes a todos los tipos de diástasis:

  • Disfunciones en el suelo pélvico. Ante la presencia de diástasis sabemos que la presión abdominal no se gestionará bien y que la postura corporal estará alterada. Todo ello lesiona al suelo pélvico. Si la faja abdominal no me sujeta bien, la lordosis lumbar aumenta, haciendo que el suelo pélvico pierda así su tensión óptima para trabajar. Además, si las presiones que hacemos a nivel abdominal (tos, risa etc) no están bien gestionadas, caerán directamente sobre las vísceras de la pelvis y el suelo pélvico, pudiendo así producirse incontinencias ante esfuerzos e incluso prolapsos viscerales.
  • Dolor lumbopélvico. Es nuestro tronco. A parte de la pared abdominal tenemos a toda la musculatura posterior de la espalda y zona lumbar, al diafragma, y al suelo pélvico. Si estos músculos no funcionan en armonía y de manera sinérgica, la posición del cuerpo y la postura se alterarán. Estos cambios mecánicos pueden producir dolor a nivel lumbar y pélvico, sobretodo en posiciones de carga y ante esfuerzos.
  • Inflamación abdominal y malas digestiones. Debido a la distensión de los tejidos abdominales, el paquete visceral abdominal puede alterar su posición en el espacio y su función, causando un exceso de abombamiento abdominal tras las ingestas de alimentos.
  • Dolor abdominal. La diástasis puede generar dolor local.

¿Qué hago si tengo diástasis?

Tener una diástasis no es una contraindicación para entrenar, sino todo lo contrario. Ahora bien, debes ponerte siempre en manos de especialistas en la materia.

Como toda lesión del sistema musculo esquelético, la diástasis debe ser tratada y luego entrenada con ejercicio terapéutico.

En las primeras fases tras su diagnostico y valoración (por fisioterapeutas especialistas en suelo pélvico) en muchos casos será necesario recibir terapia de fisioterapia. Al tratarse de una lesión de tejido conectivo y no de tejido muscular, se debe abogar por técnicas enfocadas a la recuperación de este tejido, como por ejemplo la diatermina y dietas personalizadas enfocadas a la recuperación del colágeno. El entrenamiento y la fisioterapia por si solas no serán efectivas si no hay una buena calidad del tejido. Por ello, es necesario mejorar la trofia y nutrición para conseguir la completa recuperación.

Unos tejidos de mala calidad harán que la recuperación de la diástasis abdominal sea más lenta. Ejemplos de tejidos que puede tener peor calidad son: malos hábitos de vida y alimenticios, tabaquismo, alteraciones de la tiroides, haber pasado por quimio o radioterapia, haber sido usuaria de métodos anticonceptivos hormonales durante más de 10 años, procesos y tratamientos de fertilidad…

Una vez se haya valorado la calidad de los tejidos, se debe empezar a entrenar la diástasis. En primer lugar, se debe hacer una mejora de la función y de la masa muscular de la faja abdominal más profunda, reeducando a la persona a utilizar su musculatura profunda en actividades de la vida cotidiana. Poco a poco, se debe trabajar la musculatura más superficial del abdomen, con ejercicios más analíticos de oblicuos y rectos de abdomen, y la musculatura encargada de mantenimiento de una postura óptima. Por último, fortalecer la faja abdominal, lumbar y pélvica.

Tener una diástasis muy ancha no significa que sea peor ni que los músculos estén más debilitados.

Una vez estemos en manos de profesionales y estemos en este proceso, hay ciertas cosas que debemos cambiar para no perpetuar la diástasis. La alimentación, el estreñimiento, las malas posturas, el sedentarismo, la toma de hormonas o procesos hormonales alterados, y un largo etc, pueden impedir la correcta recuperación.

Por todo ello y como siempre recomendamos, sobretodo en casos de diástasis, ponte en manos de equipos multidisciplinares donde entrenes, traten tus tejidos y cuiden de tu alimentación y hábitos saludables, porque todo ello será importante a la hora de mejorar la función de los tejidos afectados.

 

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